El arte y la imaginación comienzan a desarrollarse en nuestro cerebro desde temprana edad, en la cual comenzamos a crear algo nuevo proveniente de nuestra actividad creadora y una experiencia anterior que surge de nuestra memoria.
La etapa escolar se identifica por incorporar en las actividades cotidianas a la música, la literatura, la danza, el teatro, y la plástica; sin embargo, a la luz de los nuevos conocimientos científicos sobre el desarrollo infantil, debemos reflexionar respecto a las capacidades y potencialidades de los niños para expresarse, a través de estos lenguajes; así como para interpretar y representar los elementos estéticos, traducidos en imágenes, palabras, sonidos, texturas, lenguajes corporales, colores y formas.
Es necesario reconocer la capacidad creadora de los niños para no limitarlos sometiéndolos a situaciones educativas estereotipadas que los llevan a repetir patrones masificadores que, lejos de estimular la imaginación, la empobrecen reproduciendo una educación tradicional (basada en números y letras), que les niega la oportunidad de acercarse a una alternativa para conocer y disfrutar del arte como patrimonio universal que engrandece y dignifica la inteligencia y el espíritu humano.
Es por ello que se debe profundizar sobre la esencia de la expresión creadora y su función en el desarrollo educacional infantil.
El proceso creador se inicia en la infancia, es por ello que la psicología y la pedagogía se abocan al estudio serio de la capacidad creadora de los niños, al fomento de esta capacidad y a la importancia que ésta tiene para el desarrollo y la madurez en los niños.
Las actividades creadoras se observan sobre todo en los juegos infantiles de representación. En estos juegos los niños reproducen mucho de lo que ven, de lo que sienten y de lo que viven; sin embargo, ellos no se limitan a representar experiencias vividas, sino que las reelaboran creativamente combinándolas entre sí y edificando con ellas nuevas realidades acordes con sus preferencias y necesidades.
La actividad creadora como el mismo Vigotsky lo da a entender es la combinación que cada sujeto hace en su pensamiento de las experiencias que vive, además dicha actividad no aparece repentinamente, sino que asciende desde formas elementales y simples hasta otras más complicadas.
Para desarrollar la actividad creadora se toma como base la percepción externa e interna dando como resultado que los primeros puntos de apoyo que encuentra el niño, para su futura creación, es lo que ve, lo que oye, lo que siente, etc. Y a través de esto el niño acumula materiales en su pensamiento, los que luego usará para construir sus fantasías.
Este proceso que combina los materiales del pensamiento se da a través de la disociación de las impresiones percibidas, toda impresión constituye un todo complejo compuesto de multitud de partes; ésta disociación consiste en desordenar ese complicado conjunto, separando los elementos; el siguiente paso es la asociación, o sea la agrupación de los elementos disociados, modificados y combinados creativamente, creando así una forma nueva a manera de resumen.
Es decir, la imaginación creadora variará de acuerdo a la riqueza y variedad de experiencias que vivan los niños al interactuar con sus pares en un ambiente propicio que los acerque al arte y a la cultura a través de estrategias organizadas, planeadas y sustentadas, para intervenir sistemáticamente en forma adecuada y oportuna en los procesos creativos sea individuales y/o grupales; teniendo el conocimiento de las técnicas y disciplinas artísticas y el respeto a la expresión infantil.
El dibujo es la forma con la que desde edad temprana, los niños reflejan su actividad artística; y éste dependerá de iniciativas y estímulos externos favorables, para el desenvolvimiento creativo y fantástico de su dibujo.
En cambio la creación literaria como la dramatización, se inician en una etapa escolar ya que para su producción el niño necesita un buen dominio del lenguaje tanto oral como escrito y desarrollo de su mundo interior personal.
La etapa escolar se identifica por incorporar en las actividades cotidianas a la música, la literatura, la danza, el teatro, y la plástica; sin embargo, a la luz de los nuevos conocimientos científicos sobre el desarrollo infantil, debemos reflexionar respecto a las capacidades y potencialidades de los niños para expresarse, a través de estos lenguajes; así como para interpretar y representar los elementos estéticos, traducidos en imágenes, palabras, sonidos, texturas, lenguajes corporales, colores y formas.
Es necesario reconocer la capacidad creadora de los niños para no limitarlos sometiéndolos a situaciones educativas estereotipadas que los llevan a repetir patrones masificadores que, lejos de estimular la imaginación, la empobrecen reproduciendo una educación tradicional (basada en números y letras), que les niega la oportunidad de acercarse a una alternativa para conocer y disfrutar del arte como patrimonio universal que engrandece y dignifica la inteligencia y el espíritu humano.
Es por ello que se debe profundizar sobre la esencia de la expresión creadora y su función en el desarrollo educacional infantil.
El proceso creador se inicia en la infancia, es por ello que la psicología y la pedagogía se abocan al estudio serio de la capacidad creadora de los niños, al fomento de esta capacidad y a la importancia que ésta tiene para el desarrollo y la madurez en los niños.
Las actividades creadoras se observan sobre todo en los juegos infantiles de representación. En estos juegos los niños reproducen mucho de lo que ven, de lo que sienten y de lo que viven; sin embargo, ellos no se limitan a representar experiencias vividas, sino que las reelaboran creativamente combinándolas entre sí y edificando con ellas nuevas realidades acordes con sus preferencias y necesidades.
La actividad creadora como el mismo Vigotsky lo da a entender es la combinación que cada sujeto hace en su pensamiento de las experiencias que vive, además dicha actividad no aparece repentinamente, sino que asciende desde formas elementales y simples hasta otras más complicadas.
Para desarrollar la actividad creadora se toma como base la percepción externa e interna dando como resultado que los primeros puntos de apoyo que encuentra el niño, para su futura creación, es lo que ve, lo que oye, lo que siente, etc. Y a través de esto el niño acumula materiales en su pensamiento, los que luego usará para construir sus fantasías.
Este proceso que combina los materiales del pensamiento se da a través de la disociación de las impresiones percibidas, toda impresión constituye un todo complejo compuesto de multitud de partes; ésta disociación consiste en desordenar ese complicado conjunto, separando los elementos; el siguiente paso es la asociación, o sea la agrupación de los elementos disociados, modificados y combinados creativamente, creando así una forma nueva a manera de resumen.
Es decir, la imaginación creadora variará de acuerdo a la riqueza y variedad de experiencias que vivan los niños al interactuar con sus pares en un ambiente propicio que los acerque al arte y a la cultura a través de estrategias organizadas, planeadas y sustentadas, para intervenir sistemáticamente en forma adecuada y oportuna en los procesos creativos sea individuales y/o grupales; teniendo el conocimiento de las técnicas y disciplinas artísticas y el respeto a la expresión infantil.
El dibujo es la forma con la que desde edad temprana, los niños reflejan su actividad artística; y éste dependerá de iniciativas y estímulos externos favorables, para el desenvolvimiento creativo y fantástico de su dibujo.
En cambio la creación literaria como la dramatización, se inician en una etapa escolar ya que para su producción el niño necesita un buen dominio del lenguaje tanto oral como escrito y desarrollo de su mundo interior personal.
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